13 diciembre 2016
En el castillo de Alicante, ahora el Castillo de Santa Bárbara, un príncipe mora vivía con su bella hija Zahara. La princesa se había casado con el sultán de Damasco cuando era niña, pero la bella princesa se había enamorado de un niño cristiano.
En varias ocasiones, el príncipe prohibió la asociación de su hija con este niño cristiano, pero su amor era tan fuerte que ella quería huir. Sin embargo, el cristiano fue capturado por los soldados del príncipe mora y sentenciado a muerte. Solo podía salvarle la vida si los jardines del castillo estaban cubiertos de nieve a la mañana siguiente, una tarea virtualmente imposible en la cálida España. Pero milagrosamente, a la mañana siguiente había nieve en los jardines del castillo.
Desafortunadamente, este milagro no enfrió la furia del príncipe moro, que rompió su promesa y permitió que el cristiano colgara en una torre del castillo sobre el abismo.
Cuando su hija Zahara vio el cuerpo de su amada colgando sin vida, Zahara se acercó, abrazó a su amante y juntos se sumergieron en la profundidad bajo los ojos del príncipe aturdido.
El príncipe moro se suicidó y se arrojó desde la roca de Benacantil. Como por milagro, su rostro apareció poco después en la roca donde había saltado. De esta manera, él sigue recordándole a la gente su palabra de descanso y puede burlarse de él todos los días sin dañar a nadie.
Hoy la cara en la roca es conocida como la "Cara del Moro"
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Fuente: Wikispanje
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